Comenzó
con un pequeño tanteo entre los dos equipos, sin un claro dominador, se
encadenaba mucho juego en el centro del campo pero sin claras llegadas a
puerta, en muchas ocasiones se producía grandes acumulaciones de futbolistas en
la zona central que dificultaban la transición del balón con mayor claridad.
Sin embargo, el dominio en los primeros minutos fue del equipo local. Nos costó
enchufarnos al partido, pero a raíz de nuestro primer gol el equipo tomo las
riendas del partido y creo las mejores ocasiones. Fue ahí cuando crecimos y
donde comenzó a aparecer la figura de un protagonista inesperado que dejó mucho
que desear durante el transcurso del partido, el señor colegiado. En una charla
previa con el árbitro antes del inicio del partido, nos dejó claro que el
arbitraje, en cuanto a manos y acciones dudosas, las dejaría seguir puesto que
eran jugadores de corta edad y que la presión del público no le afectaría, pues
pito allí hace pocas semanas. Exactamente, pudimos presenciar dicho arbitraje en el Vistazul - Juan Velasco. Las
palabras se las llevó el viento, y la insistencia de los aficionados tomó peso
en las decisiones, de una forma muy clara. Vistazul lograría empatar el partido
tras marcar el penalty, que vino de una falta en la que el balón golpeó
desafortunadamente en el brazo de uno de nuestros futbolistas. El gol del
empate fue en los últimos minutos de la primera parte y así llegaríamos al
descanso.
En el
segundo acto arrancamos con mayor intensidad y dominando. Llegábamos con más
claridad. Nos adelantaríamos pero rápidamente lograrían empatar, esos instantes
fueron los más intensos del partido. Finalmente en dos buenos ataques,
pondríamos tierra de por medio con el 4-2 a falta de 3 minutos, pintando un
final apacible y tranquilo para nuestros intereses. Pero igualarían con un gol
de falta directa, y otra jugada a balón parado que fue rechazado
involuntariamente hacia la portería por uno de nuestros jugadores. Y ahí acabo
todo. El guión del partido parecía estar escrito ya previamente al inicio.
Y a
partir de aquí, no sé si continuar hablando de fútbol o de arbitraje. Llegó el
cúmulo de despropósitos del señor encargado de impartir justicia. Nunca en los
tres años que llevó junto a los banquillos había visto tal atropello. En cuanto
uno de mis futbolistas tosía en la nuca del contrario, el árbitro se encargaba de
castigar la acción. Pudimos contabilizar hasta diez faltas en contra muy
peligrosas, en todo el partido, cuando si por algo se caracterizan los partidos
en estas categorías tan tempranas es por el juego limpio. Un dato revelador: Los
cuatro goles del Vistazul vinieron a balón parado, ¿Casualidad? Como si de un
cordero con silbato se tratase, se dejó avasallar por el griterío de la grada, sin personalidad ante la presión del campo. Nos
sentimos estafados, timados, saqueados. Es imposible luchar contra este tipo de actuaciones por muy buen fútbol
que practiques o intentes practicar. Su arbitraje ha sido un alegato contra la
justicia, la imparcialidad, y lo peor de todo, el famoso fair play, que es lo
que a fin de cuentas, quedará más en la memoria de los chavales a largo plazo.
Y es
que al fin y al cabo ellos son lo más importante de este juego, los niños. Y no
se puede justificar que el peso de la balanza decayese en una única dirección.
Sus ilusiones están por encima de toda la parafernalia de balones y porterías. ¡Están
por encima de todo! Y no se merecen que un señor con un pito venga a jugar con
ellas.
Enhorabuena a mi grupo por su esmero y
constancia durante todo el encuentro. Debéis estar contentos con vuestro
trabajo, nosotros lo estamos. Mis agradecimientos
para el personal de las instalaciones del campo del Vistazul, todo su equipo y
cuerpo técnico que hicieron gala de deportividad durante todo el encuentro.
Felicidades. Suerte para el resto de la temporada. Y que lo del árbitro quede
en una mera anécdota y no vuelva a repetirse. Como dijo el reputado Bill
Shankly: “El problema de los árbitros es que conocen las normas, no el juego.”
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